AKBAL.MAGAZINE

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domingo, 8 de mayo de 2011




JUAN RULFO NO SOLO FUÉ ESCRITOR, TAMBIÉN FUÉ UN EXCELENTE FOTÓGRAFO


Las imágenes del escritor Juan Rulfo, que es más reconocido por sus cuentos y novelas (El llano en llamas y Pedro Páramo) que han sido traducidas a muchos idiomas y que han nutrido el imaginario de muchas generaciones de amantes de la literatura, son un legado que contiene no sólo una extraordinaria información visual respecto a aspectos antropológicos o étnicos de algunas regiones de nuestro país, sino que además poseen una belleza estética que permite que la imagen destaque como una especie de símbolo de un México para muchos desconocido.

Juan Rulfo combinó siempre la tarea de escritor y de fotógrafo. Su obra fotográfica más conocida está recopilada en una edición del Instituto Nacional de Bellas Artes, en 1980. El libro se compone de cien fotografías tomadas por Rulfo entre los años de 1940 y 1955. Inframundo. El México de Juan Rulfo revela el panorama de un México inquietante, al igual que lo hace su obra narrativa. En esa obra, Juan Rulfo se nos revela más que como un aficionado como un experto en el arte fotográfico, característica que influye inevitablemente en su estilo literario tan particular.

Diego Rivera habla sobre el debate de si la fotografía es únicamente un documento mecánico plástico gráfico o bien una técnica basada en fenómenos físico químicos, pero que sirve a la expresión de la sensibilidad artística. "Se han hecho ya tales obras en toda clase de géneros de fotografía –afirma Diego Rivera-- desde el retrato estático hasta la cinematografía ultra instantánea, que sólo la obstinación, el reaccionarismo o la simple tontería, pueden seguir negando su calidad de arte a la fotografía, que posiblemente sea --sobre todo en la cinematografía y el reportaje fotográfico— la expresión más viva de la plástica moderna, con tanto derecho a la denominación de obra de arte como la que sea resultado de cualquier otra técnica. Lo que cuenta realmente es la sensibilidad, dice el famoso pintor, la imaginación, la inteligencia y la intención humana, más el equilibrio dinámico de la expresión del que se sirve de esas técnicas, que no le dan por sí --sólo por saberse servir de ellas en oficio-- la cualidad de artista, sino que ésta proviene de las condiciones enumeradas anteriormente, presentes en la individualidad de quien se expresa, modelada por las circunstancias sociales y políticas dentro de la que se desarrolla la vida(1).

Las palabras de Diego Rivera sirven de marco para la tarea que nos hemos propuesto en este artículo: Juan Rulfo como escritor y fotógrafo: dos artes en conjunción.

En la "Carta al lector" del citado libro de Rulfo se dice que la lente de su cámara también nos revela el panorama de un México inquietante. En las fotos que ha tomado Rulfo hace presencia el drama de su Jalisco y de la pobreza. Las personas retratadas por él, al igual que sus personajes, han sido despojadas de la tierra, de la identidad e incluso de la vida por fuerzas a las que el autor da consistencia pero que deja sin explicar. ¿Y qué significa esto sino el mundo mismo presentado en sus relatos?

El fotógrafo en su cuarto oscuro no utiliza el total de sus tomas, espera a encontrar aquéllas que se muestren vivas por sí mismas en un proceso de abstracción artístico inherente al oficio; proceso de selección que depende y no, de la "voluntad" del artista; es decir, él es quien decide qué elementos conformarán su obra, pero es la misma obra también quien le va marcando los elementos prescindibles en su armonía estética.

Juan Rulfo cuenta a Fernando Benítez sobre su proceso de creación en lo que sería un cuarto oscuro: "En cuatro meses escribí Pedro Páramo, y tuve que quitarle cien páginas. En una noche escribía un cuento. Traía un gran vuelo pero me cortaron las alas. Ahora algo madura, algo se forma y necesito un poco de paz y de silencio para reanudar mi trabajo. Espero la magia de otras noches porque yo soy un tecolote. Todo lo hago de noche." Para Rulfo, la noche es el "cuarto oscuro" en el que se realiza el proceso de composición de su obra.


La Revolución de 1910, el paisaje jalisciense, el mundo campesino son elementos que en manos de fotógrafos de los años veinte y treinta se convirtieron en documentos históricos, como testimonios. Sin embargo, para aquéllos que concebían la fotografía como algo más que un oficio periodístico, tales elementos se convirtieron en material artístico.
Y el mismo material en manos de Rulfo dio como resultado la compilación de cuentos de El Llano en llamas la cual, según afirma Carlos Monsiváis, "refleja un paisaje extraordinario de las formas de vida que la revolución llevó a la superficie para dejarlas allí muriendo, consumiéndose, vulneradas por sus propias e implacables reglas de juego".
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