AKBAL.MAGAZINE

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sábado, 7 de mayo de 2011


EL COLOR DE LA BOTELLA




Al margen de criterios estilistas, la forma, color y capacidad de las botellas de vino, tienen su razón de ser. Las botellas deben su color a un intento de proteger el vino de la luz solar, aunque es verdad que, actualmente, el marketing tiene gran importancia también en la elección del tintado de las botellas.

El material empleado para la elaboración de los contenedores de vino es el vidrio, material resistente a la acción de microorganismos y ácidos, fácil de higienizar y susceptible de conseguir la forma, tonalidad y volumen deseado.

En función de la coloración que el vidrio adopte el vino es susceptible de evolucionar de distinta manera. En vidrio verde el vino evolucionará de manera más lenta que lo haría en vidrio transparente, ya que la capacidad del vidrio verde para repeler diferentes radiaciones del espectro es muy superior a la del incoloro.
Inicialmente fue la casualidad la que acabó derivando en la coloración del vidrio dispuesto para embotellar el vino. Los primeros vidrios eran ambarinos porque las materias primas que utilizaban los sopladores venían cargadas de impurezas, por lo que habían de recurrir a elementos purificantes como el manganeso, que arrojaban tonalidades oscuras al producto final.
Marketing y funcionalidad van de la mano, muchos vinos blancos, rosados y dulces recurren al uso de vidrio incoloro donde el poder apreciar la mercancía que preservan facilita las ventas, y la incidencia de la luz solar no se considera tan relevante, al ser productos de rápido (al menos en teoría) consumo.

Ahondando un poco más en el marketing y el color de la botella de vino, en la actualidad, además del ámbar, amarillo y verde se recurre a otro tipo de tonalidades, desde la zahína totalmente opaca de la botella jerezana (posiblemente la más apropiada) hasta el vívido azul utilizado por el Mar de Frades para guarecer sus caldos. Es más, últimamente, el color verde comienza a usarse cada vez menos (aunque aún continúa siendo mayoritario) porque se considera que la botella, al ser consumida e ir bajando de nivel, va reflejando ese consumo de forma excesivamente gráfica y no resulta atractivo.

El color de las botellas de vino puede variar desde un translúcido perfecto hasta tonos de verde y amarillo. Los colores que actualmente suelen preferirse son el tradicional verde -para los tintos-, el ámbar y las botellas de cristales claros recientemente han empezado a utilizarse para los vinos blancos en muchos países productores de vino, como Canadá y Nueva Zelanda.

En cuanto a la forma, dos son las botellas más utilizadas; la bordelesa y la borgoña, que toman su nombre del vino que contienen.
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